Los paisas dieron una muestra de valentía y fe al Papa Francisco
A las 10:30 a.m. de este sábado 9 de septiembre llegó por tierra el Papa Francisco al Aeropuerto Olaya Herrera en un momento de emoción colectiva en el corazón de los presentes y lleno de pañuelos blancos ondeantes como señal de bienvenida. El viaje, que inicialmente estaba previsto hacerse en helicóptero, tuvo que realizarse por tierra, vía Avenida Las Palmas, debido a factores climáticos.
Como símbolo de este hecho histórico para Medellín, a la llegada del Sumo Pontífice, el Alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga le entregó la llave de la ciudad en una caja de madera forrada en terciopelo, elaborada en acero inoxidable por el diseñador gráfico Juan Rodrigo García y del trabajo de joyería John Edison Castaño, en ella se plasmaron lugares representativos de la ciudad de Medellín como el edificio Coltejer, el Museo de Antioquia y la Catedral Basílica Metropolitana, el Centro Administrativo la Alpujarra, el tranvía y el Metrocable, además de una de las obras de Plaza Botero como símbolo de la innovación y el arte en Medellín. En la cabeza de la llave se encuentran cuatro cintas de duelo formando una cruz que hacen honor a los ciudadanos que han ofrendado su vida por Medellín. En medio, adornado por una corona de flores, está el escudo de armas, que es el emblema que representa a Medellín y en el que se aprecia la Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de Candelaria, que hace referencia al candelero o a “la luz santa que guía hacia el buen camino, la redención y aviva la fe en Dios”. Además, el mandatario local le obsequió un carriel antioqueño y un poncho. La primera dama de Medellín, Margarita María Gómez, le entregó un sombrero típico de la zona cafetera de Colombia.
En la pista del Olaya Herrera, Su Santidad abordó el papamóvil en el que recorrió la plataforma y le dio su primer saludo a quienes lo esperaban. La Red de Escuelas de Música de Medellín entonaba, al mismo tiempo, con solemnidad la canción Cerca de tu altar Señor.
Misa Campal
Más de un millón de personas de diferentes lugares de la ciudad, el país y el mundo, presenciaron la celebración del Sumo Pontífice sin importar el trasnocho, la lluvia, el clima. Cuando el Papa se dirigió a los feligreses sus primeras palabras fueron de excusas por prolongar un poco más la espera de su arribo debido a la lluvia que cayó durante la mañana y que lo obligó a trasladarse por tierra hasta el Olaya Herrera y no en helicóptero como estaba previsto. “Quiero agradecer las horas que han pasado acá bajo la lluvia”, expresó el Papa Francisco, antes de dar inicio a la ceremonia eucarística.
El Papa, en su mensaje de la Santa Misa, hizo varios enunciados para el discipulado.
“La inquietud que debemos tener es preguntarse qué es lo que le agrada a nuestro Dios, que no es otra cosa que cumplir y caminar detrás de él, un transitar que lo ponía frente a leprosos, paralíticos y pecadores. Realidades que demandaban mucho más que una norma establecida, y es que la relación con Dios no puede ser un apego frío a normas y leyes. Por eso debemos tener tres actitudes esenciales: ser esenciales, renovarse e involucrarse”. La Iglesia pasa por un momento de renovación lo que no debe generar miedo, sino que se renueva en la fe, y agregó que esa renovación supone sacrificios: “La Iglesia no es una aduana, quiere las puertas abiertas”.
La misa contó con 3.500 ministros de la comunión, 3.500 jóvenes voluntarios y cerca de 2.500 sacerdotes y fueron repartidas más de 600.000 hostias hechas por religiosas de una comunidad de clausura.
El coro Cantante Domino Cánticum Novum y Selección de Ministros del Canto Litúrgico Arquidiócesis de Medellín integrado por 300 personas ambientó la Eucaristía.
La Alcaldía de Medellín dispuso una ubicación especial para cerca de 100 reclusos, una delegación de 100 personas con discapacidades auditivas acompañadas por 10 intérpretes del lenguaje de señas y 300 personas con diferentes quebrantos de salud.
Al final de la ceremonia, el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón Restrepo, le entregó al Papa Francisco una réplica de la Virgen de la Candelaria, y expresó: “en signo de nuestro amor y gratitud le entrego una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, la madre buena que acompaña a la Iglesia desde sus comienzos en este Valle de Aburrá hace cuatrocientos años”. En medio de aplausos, Su Santidad recibió el obsequio.
Fotos cortesía: Presidencia de la República
Antes de irse el Santo Padre de la ciudad de Medellín, realizó dos recorridos privados, el primero fue la visita al Hogar San José que alberga niños, niñas y jóvenes que reciben atención de la Arquidiócesis de Medellín. El Papa Francisco dijo “Ver sufrir a los niños hace mal al alma, porque los niños son los predilectos de Jesús”.
Uno de los actos más emotivos de esta visita fueron las palabras de una niña, de 13 años, oriunda del municipio de San Carlos, Antioquia, quien fue víctima de la violencia en Colombia y a quien Hogares San José acogió cuando ella tenía 2 años y que sueña con ser docente para enseñarle a otros niños los valores aprendidos en los Hogares.
El Papa también se refirió a todos los niños y niñas del mundo que han sido y siguen siendo víctimas de la maldad y el odio: “No podemos aceptar que se les maltrate, que se les impida el derecho a vivir su niñez con serenidad y alegría, que se les niegue un futuro de esperanza”.
Una vez finalizada su visita el papa Francisco abordó el papamóvil rumbo a La Macarena donde cientos de fieles estaban esperando el paso por la calles de Medellín.
Fotos Cortesía: Presidencia de la República
Su recorrido iba finalizando en la capital antioqueña y al llegar al Centro de Eventos La Macarena, lo esperaban de más de 10.500 asistentes entre los que se encontraban 3.000 sacerdotes, 1.800 seminaristas, 200 diáconos, 4.100 religiosos y unos 1.200 familiares de éstos que representaron las 13 arquidiócesis, 53 diócesis y 11 vicariatos apostólicos en Colombia y otras diócesis del mundo.
Monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín, fue el encargado de darle la bienvenida al Papa a este encuentro vocacional, en el que habló sobre la crisis vocacional por la que actualmente pasan todos los seminarios y congregaciones religiosas, asegurando que “no podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa. No se puede servir a Dios y al dinero”.
El tema principal de este encuentro fue: Somos discípulos misioneros de Jesús. Allí el Pontífice hizo un llamado a los congregados: “Dios limpia las imperfecciones. Tenemos la promesa de que daremos fruto en abundancia como granos de trigo si somos capaces de entregarnos, de donar la vida libremente. Tenemos en Colombia ejemplos de que esto es posible, como la santa madre Laura Montoya”.
Dentro de la programación, el Sumo Pontífice escuchó el testimonio vocacional de un sacerdote, una religiosa de clausura, y de la mamá de un religioso.
Finalmente, el papa Francisco cerró su visita con un llamado especial para los miembros de la Iglesia Católica a “permanecer en Jesús no puede ser una actitud pasiva o un simple abandono sin consecuencias en la vida cotidiana y concreta”.
Una vez dejado el mensaje en La Macarena, el Santo Padre realizó su segundo recorrido en papamóvil, que lo llevó hasta el aeropuerto Olaya Herrera para comenzar su viaje a la capital colombiana y dar por terminado su cuarto día de visita en el país.
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